Los primeros frutos de
la práctica del yoga son: mejora de la salud, desgaste menor,
agilidad física, vigor corporal, olor agradable, voz más cálida..
y ausencia de deseos egoístas. (Svetasvatara Upanishad).
Esta
cita resulta alentadora. Naturalmente, no es posible esperar que se
vayan a conseguir todos los resultados anteriores al cabo de mínimo
una semana de práctica. Pero, incluso en un tiempo tan corto, los
nuevos practicantes experimentan una sensación creciente de lozania,
vitalidad y bienestar. Éstas son las consecuencias positivas del
proceso purificador que han puesto en marcha.
La
mayoría de las personas tienen un hábito sencillo de higine diaria,
como lavarse, cepillarse los dientes, etc. Una adición útil a su
cuidado de la boca puede ser, sin duda, la limpieza de la lengua.
¿Has notado por las mañanas cómo la membrana mucosa que reviste la
lengua suele estar cubierta a veces con una capa densa de color gris
blanquecino? Tal afloración no es más que otro de los diversos
recursos que tiene el organismo para espulsar al exterior toxinas y
microorganismos patógenos. Sin embargo, si no quitas esos depósitos
saturados de colonias bacterianas, los volverás a ingerir al comer y
beber.
Po
consiguiente, haz que la limpieza de la lengua forme parte de la
rutina de tu aseo matinal. Basta con que te habitúes a ''rascar''
suavemente su superficie con una cucharilla invertida, la cual
recogerá así por el borde la mayor parte de esa especie de sarro.
(Utiliza siemper la misma cucharilla y guárdala juntocon tu cepillo
de dientes.)
Al
proceder así, sentirás la boca fresca y limpia, y dejarás las
papilas gustativas en disposición perfecta para apreciar el sabor de
los alimentos sanos.
CONCENTRARSE
EN PAZ.
Siéntate en tu alfombrilla, adopta una postura cómoda de piernas
cruzadas, y pon las manos de modo que descansen apoyadas en las
rodillas. '' Explora'' tu memoria para encontrar en ella una
experiencia que te produjo mucho paz y serenidad. Puede ser un paseo
a la orilla del mar... unos momentos de sosiego en un bosque
majestuoso... una salida del sol en las montañas... un ocaso con las
luces del crepúsculo reflejadas sobre las límpidas aguas de un
lago... En fin, evoca la placidez y belleza silenciosas de un momento
inolvidable.
Fíjate en el recuerdo de la sensación de paz, sin detenerte
demasiado en el acontecimiento real. Permite que esa paz inunde tu
mente y tu cuerpo, que deje todo todo tu seren un estado de serenidad
interior.
EJERCICIOS
DE CALENTAMIENTO.
El
hachazo vertical.
En este ejericio vas a imitar el movimiento de torsión dorsal y
ventral del cuerpo del leñador cuando da un golpe de arriba abajo
con el hacha. Ponte bien derecho, pisando el suelo sobre la alfombra,
con los pies separados unos 50 centímetros o poco más, inhala aire
minetras extiendes ambos brazos y los levantas rectos por encima de
la cabeza. Dóblate hacia arriba por la cintura hasta donde te
resulte cómodo. Permanece unos momentos en esta posición.
Al transcurrir este tiempo, eshala el aire mientras inclinas despacio
el busto, bajándolo hacia delante hasta meter los brazos entre las
piernas. Inhala aire de nuevo... y repite dos veces la secuencia.
Relajáte y observa cómo se siente tu cuerpo.
Advertencia: Si padeces
alguna dolencia en la espalda, debes prescindir de éste ejercicio
hasta que te fortalezcas y adquieras la flexibilidad adecuada
mediante la práctica regular de yoga.
Ejercicio
de los tobillos.
Igual que en la primera semana.
Estirar
las piernas.
Igual que en la primera semana.
Elevar
las piernas.
Túmbate sobre la espalda, con los brazos extendidos hacia fuera al
nivel de los hombros. Dobla la rodilla izquierda (para impedir que se
tense la espalda) y pon la planta del pie pegada al suelo. Levanta la
pierna derecha hasta donde te resulte cómodo, con la articulación
de la rodilla totalmente enderezada. Mueve hacia ti los dedos del
pie.
Permanece quieto en esta posición durante un tiempo de 3 a 5
segundos, baja despacio la pierna a la vez que exhalas el aire.
Repite dos veces la secuencia anterior. A continuación, invierte la
colocación de las dos piernas y repite al contrario el ejercicio, es
decir, con la rodilla derecha doblada y la pierna izquierda
levantada.
Cuando termines, vuelve a iniciar el ejercicios desde el principio,
pero ahora levantando juntas ambas piernas. Aguántalas en el aire de
3 a 5 segundos. Después, baja despacio y a la vez las dos piernas
mientras exhalas el aire de los pulmones. Asegúrate de que las
rodillas permanecen rectas durante todo el ejercicio.
Po último, relajáte y siente tu cuerpo.
Efectos:
La elevación de las piernas es
un ejercicio muy adecuado para dar fortaleza a los músculos
abdominales y a la parte inferior de la espalda.
Advertencia:
Si tienes en la parte inferior de la espalda o notas alguna tensión
extraña en esta zona, no hay inconveniente en que dobles ligeramente
las rodillas a fin de que te resulte más cómodo el movimiento de
levantar y bajar las piernas.
Rodillo
sobre la columna vertebral.
Igual que en la primera semana.
El gato
Veáse la primera semana.
Giro
de la pelvis.
Ardha
Vakrasana.
Túmbate de espaldas y estira los brazos de modo que queden en línea
horizontal al nivel de los hombros. Inhala, dobla las rodillas con
los pies despegados del suelo, haciendo un ángulo recto con las
piernas. Exhala, deja caer las piernas hacia el lado izquierdo hasta
que toquen el suelo, lo hombros deben seguir pegados al suelos, y las
piernas lo más recogidas posible, miramos hacia arriba. Repite este
mismo ejercicio hacia el otro lado, manteniendo entre 20 y 30 seg.
Efectos:
El giro de torsión de pelvis
potencia la flexibilidad de la columna vertebral y de las caderas. Es
un ejercicio excelente para reajustar pequeñas desviaciones de las
vértebras y favorece el equilibrio de las energías del organismo.
La
cobra.
Bhujangasana.
Túmbate
boca abajo. Pega al suelo las palmas de las manos, justo debajo de
los hombros, y mete un poco hacia dentro todos los dedos. Levanta
despacio la frente, la nariz, la barbilla y toda la mitad superior
del cuerpo desde el ombligo. Soporta el peso con ambas manos, la
pelvis y las piernas. Mantén ligeramente doblados los codos y no
permitas que los hombros formen una giba encogiéndose en dirección
a las orejas.
Permanece
diez segundos en esa posición. Durante este tiempo centra tu
atención en la zona lumbar. Baja después el tronco hasta el suelo
moviéndote muy despacio y, a continuación, baja así mismo la
barbilla, la nariz y la frente. Relájate y observa cómo se siente
tu cuerpo.
Efectos:
La postura de la cobra es muy
importante, pues revitaliza el cuerpo entero al aumentar la entrada
de sangre en los órganos abdominales, alivia la indigestión y la
flatulencia, y estimula de un modo semejante la zona de la columna
vertebral. Previene y remedia deformaciones de ésta y es
insustituible para la correción de disfunciones renales tales como
las infecciones recurrentes y la formación de cálculos (piedras).
Su práctica se recomienda a las personas con déficit de producción
de hormonas por hipofunción tiroidea. En lo psíquico, desarrolla la
confianza.
Advertencia:
se debe realizar con mucha suavidad, poniendo cuidado al hacer los
movimientos. Suprime de tu programa personal la práctica de este
postura si sabes que tienes predisposición a las hernias.
Postura
fetal o del bebé.
Variante de Vajrasana. (el héroe).
Siéntate sobre los talones. Dóblandote desacio hacia delante hasta
que la frente toque el suelo, estira entonces los brazos y déjalos
sueltoshacia atrás a ambos lados del cuerpo. Permanece relajado en
esta posición hasta 2 min, máximo.
Ve levantándote después poco a poco, primero el tronco, después
los homrbos y alza por último la cabeza.
Efectos:
Además de proporcionar
relajación, estimula la circulación en las extremidades. Favorece
el funcionamiento de los órganos abdominales, combate la fatiga y
promueve la humildad.
Postura
invertida.
Viparita
Karani.
Túmbate de espaldas, levanta despacio las piernas en direcciónal
techo. Aguanta las dos caderasapretando una con cada mano por el
costado externo. Dobla las dos piernas que tienes levantadas rectas y
juntas llévalas hacia atrás de modo que los pies vayan más allá
de la vertical de tu cabeza... hasta donde puedas.
Estira bien las piernas y permanece en esta posición mientras te
resulte cómoda. Concentra tu atención en la cara y la garganta.
Baja muy despacio ambas piernas. Si te parece conveninete, las puedes
doblar minetras las bajas.
Efectos:
Rejuvenece. Aumenta la
circulación en el cuello y la cara y es un procedimiento natural de
estiramiento de la piel facial. Por otro lado, es beneficiosa para el
corazón y los pulmones, y ayuda a eliminar las venas varicosas y las
hemorroides.
Advertencia:
Las
personas que padecen hipertensión, hipertiroidismo o alguna dolencia
cardiaca, se deben abstener de practicar tanto esta postura como
cualquier otra invertida. Las mujeres han de prescindir de ella
durante los dias de flujo menstrual intenso.
El
árbol.
Vrksana.
Ponte de pie con ambas
piernas juntas y deja que los brazos cuelguen a cada costado. Enfoca
la mirada de tus ojos sobre un punto imaginario que se halle
directamente en frente de ti. Levanta el pie derecho de modo que su
planta quede pegada de plano contra la cara interna del muslo
izquierdo, a tanta altura de éste como puedas alcanzar. Cuando
compruebes que te hallas en equilibrio, levanta simultáneamente
ambos brazos y junta las palmas de las manos de manera que queden
pegadas una contra otra justo encima de la cabeza.
Permanece quieto en esta
posición durante un tiempo de 30 segundos. A continuación, baja
lentamente los brazos. Suelta el pie que tocas el muslo. Repite con
el otro pie la misma postura. Cuando termines, relájate y observa
cómo se siente tu cuerpo.
Efectos:
Esta postura es un ejercicio de concentración que potencia el
equilibrio y la estabilidad del cuerpo y mente.
Respiración
integral y relajación.
Túmbate boca arriba
sobre la esterilla. Deja que los brazos queden extendidos y sin
tensión a lo largo de cada costado del cuerpo. Cierra suavemente la
boca y los ojos. Observa durante unos momentos el ''flujo y reflujo''
del aire respiras en cada ciclo respiratorio normal. Acto seguido,
pon las manos la zona del vientre que rodea al ombligo y no lo
aprietes.
Exhalaa despacio por la
nariz de modo que vacíes los pulmones hasta donde puedas. No fuerces
la salida del aire presionando hacia dentro las costillas. Inhala
ahora, también despacio y a través de la nariz, aprieta suavemente
el abdomen para sacarlo hacia fuera (respiración abdominal). Dilata
después la caja torácica (respiración torácica) y concluye
levantando los hombros y la parte superior del pecho (respiración
clavicular) a la vez que completas la inhalación.
Notarás una ligera
retracción del abdomen. Es señal de que comienza la exhalación del
aire inhalando. En el mismo orden, exhala por la nariz mientras
aprietas el abdomen; contraes las costillas y por último, dejas caer
los hombros para que pierdan su tensión.
La inhalación y la
exhalación del aire, siempre por la nariz, se deben suceder una a
otra suavemente y sin prisas siguiendo un ''modelo ondulatorio'', es
decir, con la periodicidad de la propagación de unas ondas e
intervalos regulares. Determina tú mismo su cadencia.
Puede que esta técnica
de respiración yóguica requiera tener un poco de práctica.
Asegúrate siempre de que evitas todas de presión forzada al
respirar.
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